domingo, 6 de febrero de 2011

SIRIA – JORDANIA. I.

Este pasado verano por fin volví a Oriente Medio. Desde que estuve en Líbano en 2004 quería volver, y lo conseguí.

Claro, pero, ninguno de mis amigos quiso/pudo venir, así que, mi padre, que es muy “echao-pa’lante” y hombre de mundo, se unió a mi expedición! Padre e hijo, sin otra reserva que el vuelo de ida y vuelta y el coche de alquiler, pero con un montón de ganas, una guía Lonely Planet, y muchos idiomas que poder hablar.

La primera en la frente…. El aeropuerto internacional de Amman es…. hablando claro, tercermundista. Qué decepción. Aterrizamos hacia las 2h AM (creo), y teníamos pensado dormir allí un rato, y por la mañana coger el coche y arrancar el turismo. Pero, según sales con tus maletas, casi casi estás en la calle! Por allí había unas butacas llenas de gente esperando y/o durmiendo, que invitaban poquísimo a dormir. Así que cogimos el coche, bien de noche, y decidimos ir con él a dormir a algún sitio digno dentro de él.


Nos dirigimos hacia Madaba por la carretera del desierto, que es la autopista principal del Reino. Como diría aquél… “¡¡Víiiiiiirgen de Begoña!!” Un asfalto reluciente (perfecto para hacer buen patinaje) y lleno de baches, sin casi señales de nada, gasolineras a oscuras, éstas no aceptaban tarjeta de crédito (y no teníamos dinares en cash),… Gracias a que chapurreamos el árabe, supimos encontrar el camino en la noche, porque allí el inglés no se sabe lo que es.

Bueno, llegamos a Madaba. Pueblo fantasma a esas horas de la madrugada (las 4h ó así…), en un país desconocido, y de noche. Buscamos un sitio más o menos apartado, pero con pinta de “seguro”, para dormir un rato. Asientos para atrás, y ala, a dormir. Enseguida unos niños nos aporrearon la ventana… ¡qué acojono! ¿qué querrán? Hacían gestos de que bajásemos la ventanilla…. La bajamos un poco, para hablar, y nos dicen que no podemos aparcar ahí, pues es el sitio reservado para los dueños de la casa colindante. Parece ser que allí cada edificio tiene derecho sobre la parcela frente a él…. Así que nada, a mover el coche…. Por fin, dormir. Y a las 6h, un sol y un calor DEL INFIERNO.

Nos dirigimos al centro de visitantes de Madaba, ciudad famosa por sus mosaicos, y en concreto por uno que representa el primer mapa de Oriente Medio. Nos aseamos en unos baños públicos cuyo estado lo dejaremos en el tintero. La policía turística, muy amable, nos indica dónde dejar el coche, y qué camino seguir. Aunque enseguida nos perdemos; ni con plano….

Necesitamos dinero. El banco. Qué mundo el del banco en el mundo árabe. Existen turnos, sí, pero si puedes entrar e ir directo al mostrador, mejor. Y, mientras te están atendiendo en el mostrador, tendrás a tu izquierda, a tu derecha, y detrás a varias personas “agobiadas” porque quieren que les atiendan YA, metiendo la mano, empujando, impacientes,… Una odisea.

Bueno, tenemos el dinero. Lo primero: comprar agua y alguna fruta. Tras los primeros tragos y mordiscos, nos percatamos de que estamos en Ramadán, así que, esconderlo, y comer a hurtadillas, cuales fugitivos.

Por fin tenemos tiempo para ver el famoso mosaico. Vaya, hay una misa y hasta dentro de dos horas no se puede entrar en la iglesia. Demasiada demora para nuestro plan de conducir por la Carretera del Rey hasta Petra. Nos conformamos con una reproducción en la oficina de información junto a la iglesia.

Tras las primeras peripecias, salimos hacia el sur, por la histórica, y llena de curvas, carretera del Rey.

(Seguimos en el siguiente post).

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